Ayer, en asamblea general realizada en el recinto de la sección 65 de Cananea, los trabajadores aprobaron por unanimidad los términos de un acuerdo definitivo, que se enmarca dentro de un Plan de Solución Integral elaborado con la participación del Sindicato Nacional Minero y la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum.
Falleciendo, en este trayecto complicado, al menos 52 de sus compañeros.

Rafael Michel
Hermosillo, Sonora.- ¡Cananea resistió y venció! Llega a su fin el conflicto de Cananea, Sonora. Quizás no existan en el mundo huelgas obreras tan largas y enconadas como la que, desde el 30 de julio de 2007 . “La huelga, iniciada en julio de 2007, se convirtió en un símbolo nacional de la resistencia obrera frente al poder corporativo. Los mineros defendieron incansablemente su Contrato Colectivo de Trabajo y la huelga estalló por las pésimas condiciones de inseguridad en la empresa de Grupo México”; trabajadores de la mina de Cananea, en Sonora, del Sindicato Nacional Minero que encabeza Napoleón Gómez Urrutia, pusieron fin a una de las huelgas más largas en la historia del país que protagonizaron durante más de 18 años.
Los 850 mineros del cobre en Cananea, en el norte de México, lugar reconocido en la historia oficial como símbolo emblemático de la revolución mexicana, por la heroica huelga anarco-sindicalista de 5,000 trabajadores en 1906. A pesar de eso, los descendientes de aquellos mineros hoy en huelga, no han logrado hacer oír sus reclamos ni en los tribunales laborales, ni en las oficinas de gobierno. El despido arbitrario de 850 obreros y la persecución judicial de que es objeto el dirigente nacional de su sindicato, Napoleón Gómez Urrutia, acusado sin pruebas de un supuesto desfalco por 55 millones de dólares y exiliado en Vancouver, rompen con todo precedente en la historia laboral mexicana.
En estos duros años libraron una lucha desigual contra el poder económico y político, y agresiones sistemáticas que Grupo México, en complicidad con los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, puso en marcha para intentar acabar con este movimiento.
Los mineros de Cananea también enfrentaron el desempleo, el hambre y la represión, falleciendo en este trayecto complicado al menos 52 de sus compañeros.
Ayer, en asamblea general realizada en el recinto de la sección 65 de Cananea, los trabajadores aprobaron por unanimidad los términos de un acuerdo definitivo, que se enmarca dentro de un Plan de Solución Integral elaborado con la participación del Sindicato Nacional Minero y la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, a quien agradecieron su apoyo y voluntad, así como las secretaría de Gobernación, de Trabajo y Previsión Social y el Gobierno del Estado de Sonora, informó el gremio.
Más allá del tinte heroico que asumió esta huelga, su significado más profundo radica en el hecho de que representa un preludio de lo que en 2012 se hizo explícito : un cambio radical en la política laboral del Estado mexicano, por cerca de siete décadas sustentada en un modelo corporativista que integraba a los sindicatos al aparato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien gobernó hasta el año 2000. En efecto, en noviembre de 2012, la aprobación de una nueva Ley del Trabajo puso fin a muchas conquistas obreras, otorgó a los empresarios la libertad para establecer contratos de trabajo precarios y restringió el derecho obrero a la sindicalización y a la huelga. En otras palabras: la disputa de Cananea anunciaba, con un lustro de antelación, el final de un régimen laboral. Para contextualizar este conflicto, es indispensable explicar dos fenómenos paralelos : por un lado, las profundas transformaciones que, en términos de la propiedad, la tecnología y la transnacionalización ha vivido la minería mexicana desde 1990 y, por otro, las formas en que la imposición de un sistema flexible y desregulado en el trabajo minero ha provocado una abierta ofensiva de empresas y del Estado mexicano en contra del sindicalismo minero.
“¡Cananea resistió y venció! Llega a su fin el conflicto de Cananea, Sonora, en el que nuestro Sindicato que me honró en presidir y mis compañeros mineros de la Sección 65 resistieron valientemente contra los abusos, las injusticias y la represión”, expresó en redes sociales Gómez Urrutia, quien encabezó esta lucha desde el inicio y llevó la defensa del derecho de huelga a instancias nacionales e internacionales.
“Sin duda, este acuerdo termina con una dura y cruel batalla”, pero el líder minero enfatizó que debe continuar el diálogo y la exigencia de la resolución de las huelgas en Taxco, Guerrero y Sombrerete, Zacatecas, que simultáneamente estallaron el 30 de julio de 2007, y siguen resistiendo para garantizar la dignidad, los derechos y la justicia de cada trabajador.

El Sindicato Nacional Minero puntualizó que el Plan de Solución Integral implica una liquidación que respeta importantes cláusulas de su Contrato Colectivo de Trabajo original, reconociendo plenamente los derechos adquiridos de los trabajadores.
También, lograron una cobertura de salud universal, que beneficia a los más de 650 trabajadores y sus familias que serán incorporados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), garantizando por fin el acceso a servicios médicos que habían sido negados durante el conflicto.
Otro de los puntos relevantes es que se estableció un mecanismo para que todos los trabajadores tengan acceso a una pensión, analizando las distintas situaciones individuales, incluyendo a quienes se rigen por la Ley del Seguro Social de 1973 y 1997.
Además de la posibilidad de regreso al trabajo, para quienes lo deseen, el acuerdo extiende sus beneficios a las viudas de los compañeros que fallecieron durante estos 18 años.
“La huelga, iniciada en julio de 2007, se convirtió en un símbolo nacional de la resistencia obrera frente al poder corporativo. Los Mineros defendieron incansablemente su Contrato Colectivo de Trabajo y la huelga que estalló por las pésimas condiciones de inseguridad en la empresa de Grupo México.
“Durante estos años de huelga, la comunidad minera y sus familias soportaron el desgaste económico, la persecución ilegal y la pérdida irreparable de valiosos compañeros, siempre con la firme convicción de lograr un acuerdo justo”, destacó el Sindicato Nacional Minero.
La historia dice…
El 1 de junio de 1906 estalló en el mineral de Cananea, Sonora, una huelga que se convirtió en un símbolo del movimiento obrero en los últimos años del Porfiriato. La localidad tenía una centenaria tradición minera cuando en 1899 se estableció The Cananea Consolidated Copper Company, propiedad del coronel estadounidense retirado William C. Greene, quien compró muchas de las viejas minas, abrió otras, construyó una planta de concentración y fundición de cobre y extendió el ferrocarril a los puertos fronterizos de Naco y Nogales.
Estas transformaciones, que vincularon estrechamente a Cananea con la pujante economía del suroeste estadounidense, atrajeron a miles de trabajadores de otras regiones del país que llegaron en busca de salarios relativamente altos, a pesar de que las condiciones laborales eran terribles y que la vida entera del pueblo era controlada por la compañía.
Algunos mineros y otros vecinos del lugar se afiliaron en 1905 al Partido Liberal Mexicano, dirigido por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón. Los líderes de la organización magonista que funcionaba de manera clandestina en Cananea eran Manuel M. Diéguez, Esteban Baca Calderón y Lázaro Gutiérrez de Lara, quienes años después desempeñarían papeles destacados durante la Revolución mexicana.
Los magonistas convencieron a sus compañeros de la necesidad de organizarse para luchar por condiciones de trabajo dignas y para hacer valer las leyes mexicanas en una población donde todo era dictado por la compañía y eran palpables los abusos de los funcionarios y de los capataces extranjeros.
El 31 de mayo de 1906 los trabajadores de la mina Oversight recibieron el aviso de que se reduciría el personal, con lo cual aumentaría la carga de trabajo, pero no los salarios, de los operarios que no fueran despedidos. Esa misma noche, los mineros decidieron suspender sus labores y la madrugada del 1 de junio empezó la huelga, que poco a poco se extendió a otras minas.
También esa tarde iniciaron los enfrentamientos entre la policía y los capataces de las minas contra los huelguistas. Por otra parte, un grupo de rangers de Arizona cruzó la frontera para colaborar en la represión del movimiento, no sin antes combatir a los aduaneros mexicanos.
El gobernador de Sonora, Rafael Izábal, autorizó que esos rangers fueran empleados por la compañía para resguardar sus instalaciones. Luego llegó un destacamento del ejército mexicano que aprehendió a los dirigentes de la huelga; Diéguez y Baca Calderón fueron enviados a la cárcel de San Juan de Ulúa, donde estuvieron presos hasta 1911. Los demás huelguistas fueron obligados a regresar al trabajo.
El 5 de junio terminó la huelga, pero la arbitrariedad de la compañía extranjera y la soberbia de su actuación fortalecieron el espíritu nacionalista de muchos mexicanos, quienes llevarían ese impulso y esas preocupaciones sociales a la revolución de 1910 y a la Constitución de 1917.
